“Ver el mundo en blanco y negro nos aleja de la moderación y de la paz interior porque la vida, por donde se mira, está compuesta de matices.

Querer imponer al universo nuestra primitiva mentalidad binaria no deja de ser un acto de arrogancia y estupidez.”

Walter Riso.

martes, 8 de febrero de 2011

DE LA TRAICIÓN HACIA EL ARREPENTIMIENTO.


«Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo,

Juan les dijo: “…Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento…”» Mateo 3, 1-12

La expresión de Juan, dirigiéndose a los fariseos y saduceos, comienza diciendo: ‘generación de víboras’ (Mt 3,7). Una metáfora que tal vez refiera a la altura de la mirada, pero sin duda ref ...iere a la traición. A estas personas que tienen el hábito de traicionar, Juan les pide un digno arrepentimiento. En torno a la palabra ‘traición’, surgen algunas cuestiones que es importante tener en cuenta para la reflexión; por ejemplo ¿quién se vuelve traidor?, ¿a quién o a qué se traiciona? En la convivencia humana existen muchos gru pos distintos, e intereses también distintos; dentro de los mismos grupos religiosos hay diferentes intereses que generan formas de organización propias, a las que sus integrantes le confieren cierta lealtad, y por ejemplo, si alguien deja de prestarle esa lealtad se lo considera -desde ese grupo- un traidor. Esto nos lleva a pensar que basta con tener un grupo para tener la posibilidad de juzgarle traidor a alguien por algún motivo, ¿qué motivos llevarían a juzgar de traición a alguien? Creo que habría tantos motivos como grupos y organizaciones existan, y cada motivo trataría de justificarse para tener la razón, y le resultaría difícil arrepentirse de ello.

Dentro de los grupos cristianos, al observar este texto y que Juan señala a los traicioneros, cada grupo -por más distinto que sea de otros- procurará ubicarse del lado de Juan, y tal vez junto a él levantar el dedo para juzgar a los ‘traicioneros’, y podría ser el momento oportuno para canalizar cierto cúmulo de bronca y frustración personal en el juzgamiento de las personas que… dejan de rendir lealtad a su particular tipo de organización. Cada grupo puede argumentar estar del lado de Dios, tener razón y de ser el ejemplo que deben seguir los demás, nada de esto se vuelve negativo y/o nocivo hasta que se cae en el fanatismo. Es en el fanatismo cuando perdemos la capacidad de aceptar que ‘el otro’ también tiene algo de razón y de verdad, cuando perdemos de vista a nuestros semejantes por los intereses de nuestra organización, cuando damos la espalda u ofrecemos guerra a los que se interponen en el camino, cuando estamos dispuestos/as a traicionar para degradar y estigmatizar a las personas que se comportan y piensan de una forma diferente al grupo que pertenezco. Muchas veces el fanatismo que lleva a la traición, pertenece al sobredimensionado interés que tiene un grupo por controlar a otro, y pondrá en juego todo lo que esté a su alcance para lograrlo (no olvidemos que las personas a las que se refiere Juan como generación de víboras, pertenecen a una organización que tramará la crucifixión de Jesús). La enseñanza de esto es que toda conducta fanática concuerda con un estilo de organización grupal que, cuando menos lo espera, se ve embarcada en algo que procura quitar a Cristo del medio. De modo que cualquier grupo humano -religioso o no- cuando se presta a una conducta fanática instrumenta mecanismos que quitan a Cristo-Dios del medio. Esto da sentido al pedido de arrepentimiento que hace Juan.

Cuando hablamos de conversión, estamos hablando de dejar de hacer algunas cosas que hacemos en forma habitual, podríamos decir que se trata de reconducir nuestro comportamiento -en nuestros grupos y organizaciones- a los intereses de Dios. Tenemos que reconocer que muchas veces no son los intereses de Dios los que están en juego en nuestras discusiones y peleas, sino los propios, o los propios de una determinada organización. Cuando Juan pronuncia la metáfora de que ‘el hacha está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no de buen fruto será cortado y arrojado al fuego’ (Mt 3,10), se está refiriendo a los intereses propios de nuestras orga nizaciones, que anteponemos a los intereses de Dios. Continúa refiriéndose a alguien a quien no es digno de desatar las correas de su sandalia (Jesús), y dice que se trata de quien bautizará en Espíritu Santo y fuego (Mt 3,11). El árbol que no de buen fruto, será cortado y arrojado al fuego, es decir que aquellas organizaciones que antepongan sus intereses a los de Dios, serán lavados (bautizados), en Espíritu Santo y fuego, serán alcanzadas por el lavamiento que hará Dios, al que se llega abandonando el fanatismo que no permite la presencia de Cristo entre nosotros/as. Pensando en el interés de Dios de que su salvación llegue a todos/as, ¿De qué tenemos que arrepentirnos?

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